-
Formamos una unidad con nuestra familia y de una forma totalmente
inconsciente estamos “programados” para repetir destinos, situaciones
irresueltas de nuestros antepasados en un intento de compensar lo que
sucedió. En nuestra memoria familiar hay un patrón de información
inconsciente que perdura más allá del tiempo y el espacio que, por amor leal
asumimos al venir al mundo. Ante cualquier síntoma, enfermedad o
dificultad (con personas con las que estamos vinculados, económica, etc.),
la vida nos está susurrando al oído que miremos con amor algo doloroso que
nuestra familia no ha podido resolver. Nos invita a reincluir aquella parte de
nosotros –de nuestro pasado familiar– que está separada del todo. Cuando
esta parte se reconoce con amor, aquello que nos ha tenido atrapados se
convierte en nuestra mayor fuente de bendiciones. Nuestra vida se despliega
ante nosotros en toda su grandeza. -
Formamos una unidad con nuestra familia y de una forma totalmente
inconsciente estamos “programados” para repetir destinos, situaciones
irresueltas de nuestros antepasados en un intento de compensar lo que
sucedió. En nuestra memoria familiar hay un patrón de información
inconsciente que perdura más allá del tiempo y el espacio que, por amor leal
asumimos al venir al mundo. Ante cualquier síntoma, enfermedad o
dificultad (con personas con las que estamos vinculados, económica, etc.),
la vida nos está susurrando al oído que miremos con amor algo doloroso que
nuestra familia no ha podido resolver. Nos invita a reincluir aquella parte de
nosotros –de nuestro pasado familiar– que está separada del todo. Cuando
esta parte se reconoce con amor, aquello que nos ha tenido atrapados se
convierte en nuestra mayor fuente de bendiciones. Nuestra vida se despliega
ante nosotros en toda su grandeza.